Extraordinario. Quizá este adjetivo lidere todos los demás, por cierto iluminados, sobre lo visto el viernes 21 en la legendaria y querida “caja de zapatos” del Hípico, allí, en Pinto 636 al fondo. Empecemos distinto a sintetizarlo. Con una anécdota para explicar la sensación general que dejó en todos los presentes, esto es unas 150 personas. No cabía un alfiler.
Corrían los últimos años de la década de los ’70. Un mediodía sabatino entró al Hípico a conocer la cancha Horacio Porzio, entonces el mejor zaguero de la Metropolitana debajo del gran Domingo Olite. De físico ideal, vestido de calle y aceptando un convite del recordado Héctor Elissondo — padre de Marcos que gozaba las aventuras de éste junto a los mejores jugadores del país con los que se entreveraba y hasta ganaba – se paró en el 3 y medio, pidió paleta, pelota y empezó a pegar.
De reconocida afición por tirar las dos, Horacio probó una tras otra durante un rato. Sonriente, miró a su anfitrión y expresó, contento: — ¡¡¡ Pero esto es fantástico; esta cancha parece hecha para mí, porque acá se puede tirar hasta marear al delantero ¡!! Enseguida, se armó un partido con recién llegados que el famoso zaguero jugó, feliz, hasta sudar tanto que Héctor tuvo que ofrecerle una ducha y ropa nueva.
Bien. Volvamos a lo de la fantástica noche del 21. Ese ya histórico concepto de Porzio parece haberlo calcado el puntano Alfredo “Puli” Villegas (21 años, el tercero de los campeonísimos hermanos y reciente campeón mundial junto a nuestro Gastón Inchausti) que en pareja con su hermano Gabriel (35 años y segundo en edades tras Jorge) jugaron y ganaron el anunciado desafío – exhibición ante Gastón y el talentoso Facundo Andreasen.
El programa de partidos de la velada, en cancha y entornos que lucieron prolijos, pulcros y gente a rabiar, lo abrieron dos chicas muy agradables: Tina Corbal y Lucía Gómez, en compañía de los jovencitos Santino Faccioli y Santiago Socovehere. Siguieron Luciano Godoy – Jesús “Kechu” Baltar (juarense) ante Camilo Ibarra y Santiago Girado, ganando aquellos 25 a 23, en lindo desarrollo.
La antesala de la maravilla la protagonizaron los rauchenses Mariano Suárez (representante de nuestro Centro Vasco en primera provincial con el profesional Santiago Andreasen) y Luciano Lacoren (un zaguero muy llevador y potente) ante los tandilenses Juan Iparraguirre y Andrés Barzola (juega por nuestro Ferro también en primera junto a De la Vega y Cimadamore).
Salieron en punta los foráneos pese al debut en esa cancha, pero a medida que corrió el tanteador con varios iguales arribaron a un 24 a 24 que tuvo alargue a 27 según pedido de jugadores y público. El final resultó magnífico. Iguales 26 y saque de Mariano. Breve peloteo hasta que Andrés tiró del 4 y medio una elevada y suave cascada al palco que puso el sello ganador de los tandilenses.
Por último, con el entusiasmo general en carne viva, los Villegas frente a Gastón y Facundo disputaron un encuentro ardoroso e intensísimo en el que se vió de todo. En especial una gran seriedad en el juego, acompañada por un público que tradujo su entusiasmo en exclamaciones de asombro y palmas enrojecidas durante los 41 tantos jugados.
El primer partido, pactado a 21, tuvo un sólido despegue de Gastón y Facundo gracias a muy oportunos aciertos de aquel dominando adentro a discreción. Un insospechado 13/5 provocó continuos diálogos de los hermanos que no alcanzaban a medir la cancha. De inmediato, mientras mantenía el duelo atrás sin ventaja alguna Alfredo mandó a su delantero a pararse mejor y comenzó a “bombardear” adentro. Sin tregua.
La furiosa arremetida, entre envíos rapidísimos de los cuatro, igualó el tanteador en 17 y en 20. Prefirieron aceptar el iguales y empezar en 0 el segundo partido a 21. Al comprobar Alfredo que lo único que podía hacer era cargosear adelante para tratar de vencer las increíbles atajadas de Gastón (en suma, calcando la anécdota porziana), los Villegas puntearon en los guarismos de entrada y llegaron al final, ahí nomás, pero con seguridad ganadora: 21/19.
Los aplausos y vítores de agradecimiento a los cuatro parecieron rajar las paredes, dejando los debutantes en la entrañable “caja de zapatos” ( “¡¡ Esta cancha es bárbara!!”, nos dijo Alfredo) una generalizada sensación de ser imbatibles, entremezclada con el asombro por la titánica faena de Gastón y Facundo. Otra vez, lo mismo que en junio último en idéntico escenario, el coktail de potencia, vértigo y talento, coronado por una cena muy bien servida, escribió una nueva página inolvidable.
Sin embargo, lo de invencibles tuvo corta vida ya que al día siguiente, en Juárez, Gastón en compañía del lugareño Emiliano Narbaits, los derrotó mediante un sorprendente 21 a 10 después de dejar iguales en 20. “Jugamos muy bien, casi sin errores; sí, me saqué la bronca”, sonrió el contento tandilense.
Cerremos ésta columna con un pálpito que no tiene nada de aventurado y sí una suerte de pedido a los colegas del Círculo de Periodistas Deportivos porteño. Se trata de que recuerden que el Sur también existe y ubiquen a Gastón en la terna pelotari del año para los premios Olimpia. Creemos que la calidad demostrada amén de los resultados obtenidos bien merecen un lugar en ella y, por ahí, recibir el de Plata. ¿Por qué no?.